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			 >  Estrategia Castilla - Cataluña |  
        
        
          | Estrategia Castilla-Cataluña |  
 
        
        
          | Nuestro país carece, al menos a nivel social, de un 
			debate vital para nuestro futuro, en donde se defina quiénes somos, 
			qué queremos y cómo lo queremos.
 Cualquier comunidad, cualquier empresa, corporación o 
			Estado debe poseer una planificación estratégica que ayude y que le 
			permita conocer el punto al que quiere dirigirse como grupo humano 
			organizado; conocer los objetivos concretos de su actividad, tener 
			un análisis profundo de la misma, y que todo nos lleve a trazar un 
			plan de acción que nos permita desarrollarnos como comunidad, desde 
			el punto en que nos encontramos hasta el que queremos alcanzar.
 
 Utilizando la terminología que nos ofrece la “Teoría de la 
			Planificación Estratégica Empresarial”, se trataría de definir 
			la VISIÓN de la Comunidad Murciana. Ésta sería esa situación ideal 
			de nuestro país, nuestro norte, el sitio al que mirar cuando no esté 
			definido el Plan de Acción ante un problema concreto.
 
 Siguiendo con esta terminología, a la Visión debe seguirle la 
			MISIÓN, donde trataríamos de definir lazos, repartir tareas entre 
			grupos sociales, que asumirán la ejecución de los objetivos 
			trazados.
 
 
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          | Análisis de nuestra situación actual |  
 
        
        
          | El desconocimiento social generalizado de nuestra situación 
			actual y de cómo se interrelacionan las variables que influyen en las 
			fuerzas que deciden nuestro futuro es como conducir de noche con 
			las luces apagadas: tarde o temprano sucederá el percance.
 La situación política actual, ahora que ya ha transcurrido un tiempo 
			de la llegada al poder de Zapatero, y tal y como estamos comprobando 
			en definiciones como la de la política del agua, nos ha dejado a los 
			murcianos en el más absoluto “fuera de juego”.
 
 Hasta hace un año, con el gobierno del Partido Popular en Madrid, 
			Murcia se encontraba inserta en la estrategia del “eje de Castilla”. 
			En esos ocho años de gobierno popular, la ciudad de Madrid recuperó su casi absoluta centralidad cultural, creativa, 
			económica, logística, financiera y mediática. Como señalaba 
			Francisco Poveda, de Cataluña a Murcia se había perdido ventaja 
			competitiva porque regiones como la madrileña habían terminado por 
			ser mucho más agresivas en el I+D+i de actividades económicas de 
			mayor interés cara al futuro, y mucho más dinámicas.
 
 En este cambio de etapa y escala, continúa Francisco Poveda, y ante 
			el favorecimiento de una deriva hacia Madrid de casi todas las 
			actividades propias de la era postindustrial, nuestra Región no tuvo 
			más remedio que aceptar la estrategia del equipo de Aznar de 
			concentrar en la capital del Estado de las Autonomías la toma de 
			decisiones estratégicas como principal área metropolitana de España. 
			Esa apuesta iba acompañada de la recreación de un aparato mediático 
			poderoso para consolidar intelectualmente el proceso y su 
			proyección. Madrid, decía Poveda, miraba en ese momento a la Región 
			de Murcia para convertirla en su primer “protectorado” en el 
			Mediterráneo.
 
 En este último año de gobierno socialista, nuestro Gobierno 
			autonómico 
			sigue sin encontrarse a sí mismo y está en la más absoluta 
			indefinición, sin ver otra cosa que no sea la espera de la caída del 
			Gobierno Zapatero. Habría que recordarles que en ocho años de 
			coincidencia de partido en Murcia y Madrid, no han conseguido 
			desarrollar ninguno de los objetivos que dos años antes de la 
			llegada de Aznar al poder el Partido Popular se planteaba en Murcia: 
			no hay agua, no hay aeropuerto, no hay un ferrocarril digno,…
 
 Es decir, los esfuerzos del Gobierno central en la Comunidad Murciana 
			han sido solamente los que servían para potenciar el mencionado “eje 
			de Castilla”, para favorecer el posicionamiento de Madrid. El 
			resto de objetivos más intrínsecamente murcianos han quedado en 
			meras promesas. Son la zanahoria a la que siguen los sueldos más 
			bajos y los contratos más temporales del Estado.
 
			 
 
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          | La llegada al poder de Pasqual Maragall puso sobre la mesa el debate 
			de su defendida “eurorregión”, que comprendería el sur de Francia, 
			Cataluña, Valencia, Baleares, Aragón y, en principio, Murcia. Del 
			debate de nuestra pertenencia a esta eurorregión se nos privó a los 
			murcianos, desgajándose el Gobierno murciano de forma decidida de la 
			misma; no así sus correligionarios de Baleares y Valencia, con una 
			visión quizá de más largo plazo.
 El día 27 de abril de 2005 tuvo lugar en Valencia una reunión de los 
			dirigentes del PSOE de Cataluña, Baleares, Valencia, Murcia y 
			Andalucía, en la que formalizaron una declaración, que manifiesta 
			que “estos territorios tienen dinámicas económicas, sociales y 
			medioambientales similares, como economías abiertas, 
			infraestructuras insuficientes, presión urbanística elevada, fuerte 
			atracción de inmigrantes, déficit hídrico y en investigación, 
			fragilidad medioambiental y turismo de masas”. Días antes, se 
			había producido en Murcia una reunión similar con los dirigentes del 
			PP en dichas comunidades.
 
			   El eje Murcia-Barcelona no es novedoso, y ya en época de la 
			Transición llegó a cristalizar, siendo las preautonomías de Murcia y 
			Cataluña las primeras en firmar un acuerdo de colaboración 
			(posteriormente declarado inconstitucional por vulnerar el art. 155 
			de la Constitución). Este acuerdo trajo consigo materializaciones 
			fundamentales para los murcianos, como la terminación de la 
			autopista del Mediterráneo (tramo Alicante-Murcia), en la que el 
			papel del lobby catalán y el apoyo personal del Molt Honorable Josep 
			Tarradellas fueron decisivos. 
			
			 La colaboración de Tarradellas con Murcia fue sincera. Se 
			identificó con los problemas murcianos y prometió y cumplió su 
			colaboración. “Hay que ayudar a este país” dijo Tarradellas 
			en su primera visita a Murcia, y Murcia se lo agradeció. 
			
			   
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          | El colectivo JARIQUE quiere plantear a la sociedad murciana que sea 
			capaz de analizar y diagnosticar su situación actual, teniendo en 
			cuenta sus raíces históricas para poder decidir, con mejor criterio, 
			su futuro.
 El modelo que nos hace depender del “Eje de Castilla”, y de 
			Madrid como líder, ya lo conocemos, y, a pesar del paréntesis de los 
			gobiernos de Aznar y de la inclinación mayoritaria de nuestro 
			pueblo, el modelo del Eje de Castilla murió con el incendio de la 
			Asamblea Regional de Murcia de 1992.
 
 En sus cenizas quedaron los restos de un modelo que sólo trajo para 
			nuestro país el desarrollo de una industria meramente auxiliar, 
			completamente dependiente de las inversiones de empresas en aquel 
			momento públicas, sin que se crease un tejido económico 
			verdaderamente autóctono. Se trataba de meras empresas de servicios 
			proveedoras del Ejército, la Armada, Repsol, Fertilizantes Peñarroya, 
			Española del Zinc,… Cuando se produjo el cambio de ciclo y las 
			nuevas circunstancias del entorno económico recomendaron la 
			desinversión, se marcharon sin más, dejando graves cicatrices 
			medioambientales y en la ruina a todo ese tejido empresarial, 
			absolutamente dependiente de ellos.
 
 No debemos olvidar, y estamos obligados a analizar, que nuestra 
			identidad en lo económico y en lo empresarial es absolutamente 
			asimilable a nuestros vecinos valencianos, catalanes y baleares. 
			Cualquiera sin demasiados conocimientos de geografía económica o 
			estructura económica es capaz de percibir que nuestro tejido 
			económico es similar, por concepto, al de estos territorios, y muy 
			lejano, aunque estén más cerca en distancia, del enfoque empresarial 
			de nuestros vecinos andaluces y manchegos.
			Así, por ejemplo, cualquier viajero que entre en nuestro país por la 
			A-92 comprende fácilmente, al ver desde lo alto el Valle del 
			Guadalentín, que se encuentra ante una realidad económica muy 
			diferente de la que ha estado viendo en los últimos cientos de 
			kilómetros.
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