¿Qué somos los murcianos? ¿Qué nos define? ¿Cuáles son nuestras
señas de identidad? Determinar las características
que definen la idiosincrasia de un pueblo no es cuestión fácil, y menos
cuando se trata de uno que, como el murciano, es fruto de
diversas repoblaciones y avatares históricos.
En muchas ocasiones, para explicar la identidad murciana se ha
partido de una DEFINICIÓN NEGATIVA, es decir, de una
definición de carácter excluyente, que afirmaría la identidad del
murciano, no diciendo lo que es, sino "lo que no es":
«Murcia, la Región Murciana, el País
Murciano, el Reino de Murcia o como queramos llamar a este
retazo de la piel de toro hispánica, que ya no es Mancha,
porque la Mancha ha terminado en Hellín; que ya no es
Valencia, porque Valencia termina en el Segura; que no es
Andalucía -pese a la fraternal invitación de Blas Infante-
porque un vacío de población, la frontera natural por
excelencia, ha venido a subrayar la distancia existente
entre el obvio andalucismo de Almería y ese otro trozo de
España demasiado impregnado por lo levantino para ser
andaluz […] Ni manchegos, ni valencianos, ni andaluces». |
José Mª Jover Zamora
“Sobre historiografía y regionalismo murcianos” |
Ni manchegos, ni valencianos, ni
andaluces. Con esta misma expresión trató de justificar
Antonio Pérez
Crespo, presidente del ente preautonómico, la opción autonómica uniprovincial de
Murcia frente a las presiones del
ministro Clavero Arévalo, poco convencido de la viabilidad
de las comunidades uniprovinciales, para que Murcia se
integrara en una
de las tres comunidades limítrofes. No obstante,
entendemos que
la identidad
murciana debe ser considerada partiendo de una DEFINICIÓN POSITIVA. Si la
identidad murciana existe, necesariamente han de existir
unos factores que la determinen. Basta con reparar en ellos,
analizarlos, reconocerlos como tales y profundizar en su
conocimiento.
«Murcia quiere ser... ¡Murcia! Ni sus
tierras ni sus gentes necesitan de invención, ni de
pretexto alguno para buscar y encontrar la identidad de
una región, que nace sola de manos de su geografía, de
su historia, de su cultura, de su acervo espiritual, de
su infraestructura, y, sobre todo: de manos de sus
hombres [...] Son estas realidades
incuestionables en su proyección, diafanidad y
transparencia, aunque, paradójicamente, parezca a veces
como si fuera la propia Murcia la que no se encontrara». |
Jerónimo García Ruiz
“El hombre de Murcia” |
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