|
|
|
> > >
Normativización y normalización lingüística (2): el caso murciano |
Diagnóstico del caso murciano |
Del análisis de los
procesos descritos, podemos
inferir la existencia de tres fases en todo proceso de normalización
lingüística:
1) Recuperación y dignificación, 2) Normativización, 3)
Normalización social
El catalán, el gallego, el vasco y el valenciano están completamente
inmersos en la tercera fase. El asturiano empieza a dar sus primeros
pasos en este sentido. El aragonés, por su parte, está comenzando la
segunda. ¿Y el murciano? Veámoslo. |
1.- Aparición de
un movimiento cultural de recuperación y dignificación lingüística
mediante la creación literaria |
El advenimiento del romanticismo a la Península
Ibérica a mitad del siglo XIX reavivó el espíritu regional y la
identidad subjetiva de los distintos territorios. La consideración
de los idiomas no oficiales cambia, y las tradiciones,
lenguas y dialectos autóctonos se revalorizan, hasta el punto de que en algunas
zonas se produce un auténtico choque entre la lengua castellana,
urbana y favorecida por la burguesía, y la lengua vernácula,
considerada rural y campesina, sin cultivo literario y sometida a
una gran diglosia. En esta corriente hay que enmarcar la
Renaixença catalana y el Rexurdimento gallego.
En Murcia, aunque con menor intensidad, también tiene lugar un
movimiento cultural de carácter romántico de exaltación
patriótica (Jara Carrillo), de estudio de la historia (Fuentes y
Ponte) y las costumbres (Díaz Cassou) y, por supuesto, de
recuperación lingüística. En estos años se producen muy destacables
intentos de revalorizar y dignificar la lengua popular murciana
mediante su
empleo literario, si bien dentro de las coordenadas del
costumbrismo. En este empeño destacan Pedro Díaz Cassou (1843-1902),
José Martínez Tornel (1845-1916), José Frutos Baeza (1861-1918) y
Vicente Medina (1866-1937).
A esta incipiente producción literaria de finales del siglo XIX
sigue un periodo de profundización en el estudio lingüístico
del murciano. Durante el primer tercio del siglo XX se publican
diccionarios y estudios filológicos de extraordinaria calidad, como
el Vocabulario Murciano (1919) de Alberto Sevilla, o
Vocabulario del Dialecto Murciano (1932) de Justo García
Soriano. En literatura, destaca la obra de Miguel Hernández
(1910-1942).
Como vemos, hasta la Guerra Civil, el murciano experimentó un
proceso de recuperación y dignificación equiparable al que tuvieron
las demás lenguas peninsulares. Sin embargo, con la contienda y la
posterior dictadura, este proceso quedó abortado.
Durante los siguientes años, el uso del murciano quedó reducido al
folklore (así ocurrió también, por ejemplo, con el asturiano), a
través de convocatorias literarias costumbristas en Juegos Florales,
y sobre todo, en Bandos Panochos, composiciones de carácter
sarcástico, algunas muy agudas, pero desafortunadas en la medida que
hicieron un uso sesgado de la lengua, empleándola para poner en boca
del huertano expresiones chabacanas y vulgares, o incluso, en
algunas ocasiones, adulterándola directamente.
Durante la década de 1970 reaparecen por toda la Península multitud
de colectivos culturales y políticos de recuperación y promoción de
las lenguas vernáculas. En este periodo se suman a la reivindicación
lingüística el asturiano y el aragonés, de la mano de asociaciones
como Conceyu Bable (1974) o el Consello d’a Fabla
Aragonesa (1976).
En Murcia, el estudio de la lengua y su reivindicación por
medio de asociaciones culturales también se produce, aunque
algunos años más tarde, con la creación de L’Ajuntaera pa la
plática, l’esturrie y l’escarculle la llengua murciana (1988),
que pretende la dignificación lingüística del murciano mediante la
investigación filológica y la creación literaria. En la línea del “surdimientu” asturiano,
L’Ajuntaera entiende que, sin dejar de lado el folklore, es posible
realizar una literatura en murciano con pretensiones universales,
sin encorsetarse en modelos localistas y dando a nuestra lengua una
dimensión literaria plena. Y así se demuestra cada año, desde 1989,
durante la Semana la Llengua Murciana.
|
2.-
Normativización y estandarización |
La segunda etapa implica una toma de conciencia
acerca de la necesidad de establecer unas normas ortográficas y
gramaticales, que afiancen la unidad de la lengua frente a la
pluralidad de dialectos.
El proceso de normativización de las lenguas peninsulares, con las
excepciones del castellano y el portugués, se ha producido en fechas relativamente
recientes (catalán, 1918; vasco, 1968; gallego, 1982); el del
aragonés, incluso, aún no se ha comenzado de manera oficial.
El inicio del proceso de normativización del murciano puede fijarse
en el primer tercio del siglo XX. No hay que olvidar que en 1932, el
mismo año que Pompeu Fabra editaba el primer gran Diccionari
general de la llengua catalana y que se aprobaban las Normes
de Castelló para el uso escrito del valenciano, en Murcia se
publicaba el Vocabulario del Dialecto Murciano de Justo
García Soriano, uno de los primeros y mejores estudios de la
fonética, morfología, léxico y sintaxis del murciano, y que pudo
haber sido la base para una posterior estandarización.
Lamentablemente, no fue así. Las circunstancias históricas
inmediatamente posteriores, con la represión de cualquier
reivindicación de las lenguas vernáculas que superara el estricto
ámbito del folklorismo, imposibilitaron la normativización del
murciano. Y así, hasta hoy.
¿Es posible llevar a cabo en la actualidad esta normativización?
¿Qué factores tenemos a nuestro favor? ¿Cuáles la dificultarían?
Un impedimento a este proceso normativizador puede residir en la
existencia de diferentes hablas murcianas. Pero este obstáculo,
realmente, no es tal; de hecho, el análisis de los múltiples
vocabularios comarcales del murciano acredita su identidad en más de
un 90%. Este problema se daba con mayor intensidad en el gallego o
en el vasco (donde incluso era frecuente
la incomprensión entre dialectos) y, sin embargo, se pudo abordar
una normativización de la lengua, por encima de las
variantes comarcales.
La normativización del murciano podría, incluso, verse facilitada
tomando como referencia alguna de dichas modalidades y regulándola
mediante la incorporación de elementos de otras hablas, tal y como hizo
con el euskera batua (estandarizado a partir del guipuzcoano
y del labortano, dialectos de mayor tradición literaria y
prestigio), con el asturiano (que primó los dialectos centrales, en
correspondencia con su mayor relevancia histórica y demográfica) o
con el catalán (a partir de los dialectos barceloneses).
La eventual estandarización del murciano tampoco sería traumática,
puesto que, a pesar de las posibles diferencias entre hablas, el uso
literario de la lengua se ha ido asimilando de forma progresiva en
los últimos años, por mimetismo entre los autores.
El murciano cuenta con una tradición lingüística y literaria
importante, que puede ser una
útil base en la tarea normativizadora, si bien tampoco debe
considerarse como un lastre a la hora de optar por un concreto
modelo de normativización, como demuestran el caso vasco, donde la
existencia del “gipuzkera osotua” (euskera unificado y
generalmente aceptado, basado en el guipuzcoano, pero enriquecido
con aportaciones de otros dialectos) no impidió la creación del “euskera
batua”; o el caso gallego, donde la “normativa Galaxia”
(elaborada por intelectuales y referencia básica en los años
1960-70) tampoco disuadió la elaboración de una normativa oficial en
1982.
|
3.-
Normalización social de la lengua |
La última fase, la de normalización social, suele
comenzar con el reconocimiento jurídico de la lengua, aunque, en
algunos casos, éste se produce incluso sin que le haya precedido la
normativización (éste es el caso del aragonés, no normativizado
oficialmente, pero reconocido y protegido en el Estatuto de
Autonomía de Aragón). En este sentido, hay que recordar la
propuesta de varias
asociaciones culturales murcianas en la Asamblea Regional para que,
en la futura reforma de nuestro Estatuto, se reconozca y proteja
jurídicamente el murciano.
Lo que determina la entrada de pleno en esta tercera fase de
normalización es la aprobación e impulso de medidas expresas de
protección y fomento, que pueden manifestarse de muy diversas
maneras: enseñanza obligatoria o voluntaria, uso en los medios de
comunicación, etc. Actualmente, cuentan con leyes de normalización
Euskadi (1982),
Galicia (1983),
Valencia (1983),
Baleares (1986),
Navarra (1996),
Cataluña (1998) y
Asturias (1998); la de
Aragón
está
pendiente de aprobación.
|
Según hemos visto, los procesos de normalización
lingüística (al menos, en la Península Ibérica) suelen
atravesar unas tres fases, más o menos definidas. En el caso de
la lengua murciana, como también hemos podido comprobar, se
cumplió con creces la primera fase y se comenzó la segunda, pero parece haber
quedado detenida en ella.
El murciano ha entrado en el siglo XXI en unas condiciones extremas
de debilidad. Su recuperación, aunque complicada, es todavía
posible. Pero, para ello, es imprescindible que se lleve a cabo una
normativización que facilite su aprendizaje y permita un uso
uniforme en la escritura. Parece muy
difícil que se pueda seguir avanzando en la recuperación de nuestra
lengua si antes no se establece un estándar ortográfico y gramatical
que sirva referencia a todos sus usuarios.
Recogiendo el espíritu y las palabras del "Manifiesto por la Unidad
de la Lengua Aragonesa", podemos decir del murciano que: «Esta
lengua se expresa en diversas modalidades lingüísticas y hablas
locales, cuya subsistencia está seriamente amenazada y cuya
protección es un deber moral y legal. […] Estamos convencidos de que
la única fórmula válida para intentar evitar la desaparición del
(murciano), con todas sus modalidades, es el reconocimiento de la
unidad de la lengua, lo cual lleva aparejado el afianzamiento de un
modelo culto y referencial, consolidando un proceso que ya otras
lenguas como el castellano iniciaron en su día».
El castellano, el portugués, el catalán, el vasco, el gallego, el asturiano y el
aragonés han sido o están siendo normativizados. ¿Qué impide que el
murciano pueda llevar a cabo un proceso de normativización similar?
Es cuestión de voluntad, y todos los ejemplos anteriores nos
lo demuestran. |
¶¶¶¶ |
|