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> Alicante - La cuestión territorial de la Vega Baja durante
la Transición |
En la sociedad murciana y, especialmente, entre los políticos de la
preautonomía siempre estuvo presente la idea de una eventual
incorporación de la Vega Baja del Segura a la futura comunidad
murciana. Sin embargo, el temor a parecer “imperialistas”
reprimió el planteamiento abierto de la cuestión y su defensa seria.
Así, mientras que Ricardo del Cierva aseguraba que «la UCD de la
región murciana no va a hacer campaña de extensión o captación de
comarcas limítrofes, como es el caso de la Vega Baja. Si existe en
estas comarcas un estado de opinión proclive a venir a la región
murciana, deben ser sus habitantes quienes lo hagan; nosotros, eso
sí, no nos vamos a encerrar en sí mismo», Ciriaco de Vicente
afirmaba que «el PSOE no va a hacer campaña en la Vega Baja ni
fuera de ella para que esa comarca se integre en la región murciana
y rechazamos las campañas que se quieran hacer en ese sentido. Lo
que pretendemos es que, en su día, comarcas de provincias limítrofes
que así lo deseen, y en nuestro proyecto preautonómico no nos hemos
referido a la Vega Baja, puedan decidir libremente, si les parece,
integrarse en nuestra región, sin que ello suponga previamente una
presión por nuestra parte».
Tampoco los anteproyectos de estatuto preautonómico de UCD, PSOE y
PCE hacían referencia a reunificación alguna, lo que, en cierto
modo, era comprensible, teniendo en cuenta que estos partidos tenían
fuerza y presencia parlamentaria en Alicante y no deseaban
erosionar a sus respectivos grupos con declaraciones agresivas.
Como vemos, ningún político murciano hizo intentos por integrar la
Vega Baja en la nueva Comunidad, si bien es cierto que se deseaba
fervientemente que esta iniciativa partiera de los propios
habitantes de la comarca, cosa que no se produjo pues primó la
inercia de los grupos políticos y el tirón que daba el saberse en
una región -la valenciana- más rica que Murcia.
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Durante la Transición y en relación con la configuración del Estado
autonómico, en la provincia de Alicante y en el País Valenciano
surgieron varias posiciones enfrentadas cuyo tratamiento exigiría un
análisis profundo que no puede ser objeto de este estudio, si bien,
a grandes líneas, podemos distinguir entre alicantismo,
valencianismo secesionista o blavero y pancatalanismo. En coherencia
con sus planteamientos básicos, la actitud de cada uno de estos
sectores respecto a Murcia fue distinta.
El alicantinismo, como corriente que consideraba la provincia
de Alicante como algo distinto del País Valenciano, aunque sin
llegar a asimilarla a Murcia, se mostró favorable a la búsqueda de
fórmulas de colaboración entre ambas provincias, como la promoción
de entidades financieras conjuntas (la extinta CAAM) o la
participación en entidades supraprovinciales comunes (Sureste), a la
par que contraria a cualquier eventual segregación comarcal en la
provincia.
El valencianismo pancatalanista, por su parte, concebía al
pueblo y al país valenciano como integrante de una nación catalana
basada en la unidad lingüística e histórica de los territorios de
habla catalana. Por ello, al tiempo que se mostraba comprensivo con
la anómala ubicación de comarcas nacionalmente murcianas en el País
Valenciano, rechazaba de plano cualquier acercamiento a Murcia del
resto de la provincia por considerarla una amenaza para la unidad
del conjunto valenciano y pancatalán.
«El nuevo “alicantinismo” no podía
aguantarse solo. Estaba la tentación de Murcia por el otro
lado. Comarcas tan importantes como la de Orihuela son
francamente “murcianas”. Y con el tiempo, la murcianización
de Alicante empezó a dejarse sentir. El “alicantinismo”
oficial no encontraba más inconveniente que el nombre. Han
encontrado uno, muy divertido: el Sureste de España. Con
esta etiqueta, tan bestia como la de Levante, se trata de
abrazar la provincia de Alicante y la de Murcia. El
“secesionismo” está patente. Pero su viabilidad es también
más que dudosa. Lógico en zonas como Orihuela, nacionalmente
de Murcia, el “surestismo” resulta una idea hilarante
propugnada en Alcoy o en Denia, en Benidorm o Pego: lo es,
igualmente, predicada al pueblo de Elche, de Jijona, de
Villajoyosa, de Monóvar, de Alicante. «Cataluña es
Valencia, y es Alicante y es Mallorca», había escrito en
'Una hora de España' Azorín, el hombre de Monóvar.
Esto es un hecho que el “surestismo” no consigue borrar. En
el fondo de esta maniobra contra la “valencianidad” -la
catalanidad- de Alicante y de sus alrededores sólo hay unos
mediocrísimos intereses financieros. Su falsedad se delata
por sí misma». |
Joan Fuster
“Nosotros los valencianos” |
Por último, el valencianismo blavero defendía la unidad de
una región valenciana de la que debían formar parte todas las
comarcas de la provincia de Alicante como parte inseparable de la
misma. Este valencianismo, caracterizado por su frontal rechazo al
pancatalanismo, se mostró también muy beligerante con cualquier
acercamiento entre Alicante y Murcia. En esta estrategia se
justifican también otras decisiones como la de interrumpir durante
varios años la construcción de la autopista entre ambas capitales,
con la que pretendía, no sólo alejar Orihuela y Alicante de la
capital murciana (su acercamiento hubiera terminado con el
protagonismo valencianista), sino también estrangular un eje
murciano-alicantino de óptimas repercusiones económicas. El grado al
que llegó la paranoia antimurciana (y anticatalana) de los sectores
más recalcitrantes de este valencianismo queda bien reflejado en
otro editorial del diario “Información”, publicado como consecuencia
de la aparición en el periódico alemán “Frankfurter Allgemeine” de
un artículo acerca de la posible incorporación de la Vega Baja a
Murcia, que reproducimos a continuación por lo surrealista del
mismo:
«¿Cómo es posible que el “Frankfurter”
dedique toda una plana a semejante memez? ¿A quién puede
interesar esta estupidez? De seguro que a los lectores
alemanes no, pero las grandes estupideces suelen tener
sencillas explicaciones mafiosas y las cosas mafiosas
aparecen siempre enraizadas en las mallas oficiales. A los
murcianistas sí que les interesa desplazar a Valencia del
altar europeo. […] Estas sofisticadas tácticas que el
panocho es incapaz de concebir han sido programadas por el
catalanismo que arrodilla a Murcia a sus pies, obligándola a
realizar actos como aquel “Bando Panocho” ante la
Generalidad en el que se rendía pleitesía murciana de
agradecimiento a Cataluña porque en tiempos de Jaime I
(santa ignorancia en un tiempo de justa reclamación de
explotaciones) “toda Murcia fue repoblada por catalanes”. Y
es que el ministro de Cultura es murciano, murcianista y
filocatalanista. Vuelca todo el poder de su ministerio sobre
la economía de Murcia, nombrando como asesor a un Pérez
Crespo que no es más que un teórico del «Anschluss»
murcianista sobre la Vega Baja que instrumenta el diario
«Línea», dependiente del ministerio de Cultura. Todo este
embrollo se potencia en el despacho del gobernador catalán y
catalanista de Murcia que bien puede preciarse de ser el
único gobernador que persiste desde el franquismo -y lo hace
precisamente por catalanista, que no por otra cosa- no
siendo, pues, de extrañar que el director de la nueva
Tele-Murcia sea también catalán y trabaje más para su país
que para el murciano. La tenaza catalano-murcianista en el
sur valenciano está manejada por ambas fuerzas combinadas.
Murcia quiere la Vega Baja que no interesa a Cataluña por no
hablar “catalán”. […] ¿Y mientras tanto? Pues
mientras tanto... Aitana cederá un cuarto de hora en color,
para que, por nuestros servicios, Murcia emita un programa
murcianista con director catalán. Un coche pagado por
Cultura partirá cada día hacia Valencia portando el “rollo”
murcianista, convirtiendo así a nuestra TV en la única del
mundo que emitirá para la destrucción de su propio pueblo y
nacionalidad. ¿Alguien ha dicho esta boca es mía o esta
tierra es nuestra? La absorción que los amiguetes de Jordi
Pujol pretende realizar por el norte en combinación con los
amiguetes Ros que lo hace por el sur, sólo tiene un nombre:
fascismo que, como antaño, va buscando el apoyo alemán sin
enterarse que aquello, en el centro de Europa,
afortunadamente, ya pasó». |
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La Vega Baja, entre la indiferencia y
la contradicción |
Y mientras que en Alicante y Murcia se debatía sobre el
emplazamiento de la Vega Baja en el futuro Estado autonómico, ¿qué
ocurría en la comarca objeto de controversia?
Frente al proceso autonómico valenciano, la Vega Baja se
mostraba indiferente, como corrobora el escaso éxito del llamamiento
realizado en diciembre de 1977 para participar en una concentración
en apoyo de los consellers valencianos, al que apenas asistieron
ochenta personas. Queda como anécdota de aquello la consigna «La
señora al balcón», exclamada por un grupo de oriolanos que, tras
haber sido aleccionados para ello, reclamaban la presencia de una
"señora" que no era otra que la colocación de la bandera valenciana
(señera) en el balcón del Ayuntamiento.
Frente al proceso autonómico murciano, por su parte, el
sentimiento era de contradicción. La Vega Baja se sabía de cultura
distinta a la valenciana, pero la pertenencia a una región más
desarrollada económicamente que la murciana no dejaba de ser
sugerente, pues en ella -se pensaba- la comarca podía salir más
beneficiada.
«Básicamente Orihuela y Murcia han
estado unidas de siempre. Orihuela perteneció al País
Valenciano durante un tiempo, pero en otra época estábamos y
estamos más unidos a Murcia que al País Valenciano. Aquí no
hablamos valenciano, sino castellano, y si agregamos que al
pueblo esa unión al País Valenciano no le interesa gran
cosa, redondea un tanto la cuestión. Somos los políticos los
que presionamos más sobre el tema, mientras que ellos se
mantienen a la expectativa. Además, el pueblo no tiene gran
entusiasmo en integrarse en el País Valenciano. [...] UCD ha
pedido la autonomía pensando en las ventajas que Orihuela
puede conseguir por parte del Consell valenciano». |
Francisco García Ortuño
Alcalde de Orihuela (UCD) |
A pesar de lo anterior, son dignas de mención las distintas
iniciativas surgidas en la Vega Baja durante estos años en
favor de la integración de su territorio en Murcia. Una de ellas
fue la promovida por José Antonio Illescas, alcalde de Almoradí, y
José Cosme, que remitieron a los Ayuntamientos de la comarca unas
cartas para tramitar la adhesión de estos municipios a la autonomía
murciana.
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